Diario de viajes

 
Yo, Escalopendra 2.0, hijo de Escalopendra Rébsamen, nieto de Logan Estigia, bisnieto de Esforzado Meléndez, tatara nieto de Lazarus Sánchez, inicio este día mi diario de viajes por los tiempos , precisamente, de mi tatarabuelo.
 
Ayer estuve en el 2006. Para ser precisos, el 14 de febrero, de las 6;45 a las 7:03 de la tarde, en Ciudad de México (lo que ahora son los Valles de Maíz). Nublado y mucho tráfico (amontonamiento en las vías de transporte de los automóviles de la época, que eran ruidosos y ¡tiraban CO2 al ambiente! ¡directo a los pulmones de la gente que los usaba!)
 
 El 14 de febrero era una fecha que los grandes comerciantes acordaron como estrategia para incrementar sus ventas en una época del año antes económicamente floja. La consigna que implantaban en las mentes de las personas era que si tú estimabas o querías a alguien, tenías que seguir un protocolo mínimo, consistente en felicitarle y, si era del sexo opuesto, abrazarle cálidamente. Si tú amabas o querías a alguien, tenías que gastar dinero comprando un adorno alusivo, que la persona amada tendría que recibir aunque fuera totalmente inutil y estorboso… la consigna era más grande y detallada, pero basta el ejemplo para ver que era una situación artificiosa y sin sentido.
 
Pero tuve la fortuna de ver, en un transporte público que tomé, el verdadero 14 de febrero. La mente de nuestros antepasados es asombrosa. Hermosa. Logra a veces remotar las sugestiones televisivas (sí, ya se usaba la televisión como método de educación, pero no estaba reglamentada correctamente y era más primitiva) de interés comercial, y convertirlas en ideas de interés humano. No puedo asegurar que fue por la fecha, pero en breves 20 minutos, me tocó ver cómo una dama "prestaba" un peso a otra que no conocía, para que completara su pasaje; un anciano (en la época les llamaban adultos mayores, quién sabe por qué tonta razón) ofrecía una paleta a un niño desconocido que ya se estaba aburriendo mucho de estar ahí; un muchacho lograba detener la caída de un hombre que, por traer una guitarra en las manos (y la tocaba, además) no podía agarrarse para aguantar la inercia del transporte; una jovencita que animaba a bajar del transporte a un niño que tenía miedo de brincar desde tan alto, a pesar de que su mamá lo animaba y empujaba desde atras…
 
Todas estas cosas sucedieron espontáneamente, y entre desconocidos. Yo venía fastidiado de tener que usar el transporte (allá les llaman "peceras", tal vez porque se parecen un poco al vivario acuático que tienen nuestros niños en las escuelas, cuando contiene bancos de peces altamente gregarios), pero quedé fascinado al ver la verdadera celebración subterránea del amor y la amistad. Creo que tener consideración, solidaridad y ganas de ayudar, son el trasfondo oculto de esta celebración. Volví al siglo XXII con una sonrisa en los labios.
 
Dejo copia, para que conste, en el sitio web (que he hackeado, tal vez aprovechándome de su ingenuidad) de mi tátara. Que las causas lo conserven como backup hasta nuestros días.
 
Escalopendra 2.0
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2 respuestas a Diario de viajes

  1. Diana dijo:

    De veras, lindo, Doc.
    ¡Qué bueno es asomar la cabeza a los subterráneos humanos de vez en cuando! Estoy segura que su tataranieto Escalopendra 2.0 verá las mismas cosas en el siglo XXII. La buena semilla no se pierde mientras caiga en tierra fértil y no inventen la forma de modificarla genéticamente para convertirla es un producto transgénico, en híbrido, en mutante desarraigado, en extranjero de su propia naturaleza.
     
    Saludos;
     
    Diana

  2. p dijo:

    hola!
    Senti un alivio en el corazon … nieto de lazarus, enorgullecete de tu tatara que en sus letras ha sanado la herida de alguien que no disfruto el 14 de feebrero ….
    gusto vovlerte a leer
    chao!

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