Este era un hombre que salió del elevador en el tercer piso, y sin darse cuenta dejó la puerta medio abierta (era uno de esos ascensores en que la puerta tiene que abrirse y cerrarse manualmente, y si no está bien cerrada, el elevador ya no acude a llamadas desde otros pisos).
El hombre dejó las cosas que traía cargando en su casa, y luego bajó por más, usando la escalera para bajar, según su constumbre.
Cuando llegó de nuevo frente al elevador, en la planta baja, cargado de muchas cosas, lo llamó y se dio cuenta, al pasar un par de minutos, que el elevador no vendría, porque la puerta estaba mal cerrada. Como el ascensor estaba atorado en el tercer piso, el hombre se dio cuenta de que él mismo había causado el ahora tener que subir cargando, por su descuido.
A pesar de que era sólo un pobre hombre, nuestro personaje sabía entender, y entendía que cada hecho tiene algo qué enseñarnos. Por ello, desde entonces trata de ser más cuidadoso con los elevadores; aún con los que sabe perfectamente que no volverá a utilizar.
El rincón de Lazarus 
Me llegó durísimo este escrito, doctor. No hay pobres personas, amigo, todas tienen un pedazo de su Creador dentro, un Yo hecho a Su imagen y semejanza. Todas son capaces de entender y aprender de cada pequeña cosa que les sucede. Lo importante es que el aprendizaje sea tomado con alegría, como lo ques, una oportunidad para crecer, y el dolor de las rodillas al subir toda la "compra" por las escaleras a lo largo de tres pisos, no le gane al entusiasmo que produce aprender algo nuevo.
¡Feliz semana!
Aprendiendo…
Tía Franzy
Hola Andres, como estas? gracias por pasar y dejar tus comentarios a mi último escrito, agradezco la retroalimentación.
Hoy en mi caminata matutina me dí cuenta que de una de las cabinas telefónicas públicas colgaba fuera de su lugar, el auricular y su cable, como una soga vencida,, (quizás se rindió por fin al cúmulo de verdades y mentiras que habían entrado por ella en toda su vida jajaja) Era muy temprano y el porqué el auricular se encontraba así pues no lo sé, yo fuí y lo colgué de la manera correcta. Supongo que esto se relaciona de alguna manera con tu escrito aunque no sé si lo colgue porque me chocó ver el desorden visual de ver algo que no se encontraba donde "debería" estar o por "buena onda", yo rara vez uso las cabinas pero en cualquier emergencia nos sacan de apuros. Y como toda acción tiene una reacción quizas cuando llegue a usar una cabina telefónica me la encuentre funcionando, y en orden no???
Tigrrrilla.
Hola, Andrés. No sabes las veces que nos hemos arrepentido por haber dejado una puerta abierta. Lo curioso es que no aprendimos como el hombre de tu escrito a ser más cuidadosos. Las puertas abiertas son una invitación tácita al sufrimiento, al conocimiento y a la alegría. ¿Cómo cerrarlas? Saludos. Bicho.
excelente texto, a si cualquiera comprende la ley de causa y efecto… ojala todo el mundo se diera cuenta de que incluso si no es por nosotros, debemos hacer las cosas bien, cuidar la tierra, sembrar un arbol, extender una mano, sonreir…
¿Sabes, doc? Hoy por fin entendí esta entrada, y lo hice sin querer. Resulta que una señora distraída salió apresuradamente de su casa y dejó entreabierta la puerta. Cuando regresó, encontró la mitad de todo roto y la otra mitad había desaparecido. Y a pesar de que ya no había nada más que romperse o desaparecer, ella por instinto le puso cerrojo a la puerta y decidió no entrar más, tampoco ella. Y mientras me lo contaban yo trataba de recordar adónde fue que leí algo así (el alzheimer…). Y ahorita en la ducha recordé que fue aquí!!!!!!! Ese hombre que tú llamas pobre, no lo es, tal vez distraído o muy humano. Los muy humanos tienden a dejar puertas entreabiertas, también suele pasar que suben aprisa por el ascensor y bajan lenta y penosamente por las escaleras. ¡Pinche ascensor! ¿Pero, a poco podemos dejar de usarlo? Somos puro ascensor, mi doc.
Fue bueno releerlo. Todos somos un poco pobres Hombres
Un abrazo. Feliz fin de semana.
Hola, Andrés. Pasa un buen día del padre. Felicidades. Saludos. Bicho.